Proyectos culturales: Mariana Sández

Le planteamos a Mariana Sández (escritora, editora y gestora cultural), una situación hipotética: aparece un mecenas ideal, afín desde todo punto de vista (político, ideológico, económico, etcétera), y te ofrece financiar un proyecto cultural que tengas en mente. ¿Qué proyecto sería? ¿Qué características tendría? ¿Cómo lo realizarías? Esto nos contestó:

 

Muchos países han desarrollado importantes programas de residencias para escritores, artistas (visuales, músicos, teatro) y traductores tanto locales como extranjeros. Entre ellos, conozco especialmente los que ofrece Estados Unidos, Canadá, Suiza, Alemania y sé que existen algunos en Europa en general. Se trata de programas mediante los cuales el invitado puede dedicarle un tiempo determinado al desarrollo de algún proyecto, con los gastos cubiertos para el viaje y la estadía, de manera que solo deba concentrarse en trabajar a fondo su obra. En ocasiones, las propuestas también incluyen que se trate de acciones colectivas, es decir que trabajen juntos un artista y un escritor, un escritor y un traductor o un ilustrador, dos o más artistas, etc.

En Argentina, hasta el presente, han existido pocas ofertas de residencias dentro del país (sí hubo y hay las que favorecen viajes al exterior o, a la inversa, las que invitan a los extranjeros a nuestro país). Sé bien que el Fondo Nacional de las Artes desarrolla un programa cada vez más interesante y verdaderamente pujante de becas artísticas y de investigación, y sé que existe un nuevo programa para abrir algunas casas como las de Manucho y las de Victoria Ocampo, justamente con esa función de modalidad de residencia. Pero pienso que existen otros lugares más distantes y menos conocidos en los que también sería interesante poder recalar. Sobre todo considero estancias en las distintas provincias, casas con valor histórico o no, en ciudades con el paisaje, el clima solitario y la ambientación ideal para el espacio de producción artística.

El año pasado tuve la suerte de ser recibida en la finca Los Alamos, en San Rafael (Mendoza), donde se encuentra el laberinto en homenaje a Borges, y donde se filmó en 2016 un programa de encuentros entre escritores. Muchos de los que estuvimos opinamos que se trata de un lugar paradisíaco para pasar una temporada escribiendo. Años antes visité la estancia Los Talas, en Luján, cuya biblioteca ha sido frecuentada por investigadores de todo el mundo y donde escribió Esteban Echeverría. Imagino incluso ciudades como Gaiman, que son un viaje en el tiempo, y hoteles con un particular encanto histórico (como el Touring Club de Trelew), solo por mencionar algunos que visité más recientemente. Incluso más cerca, sitios mágicos como Capilla del Señor o San Antonio de Areco.

Todo lo que hace falta es una mesa, una silla cómoda, una cama. Aislamiento de la vida habitual e inmediata, habitar por un tiempo un lugar que permita transportarse, concentrarse, bajar el ritmo, oír silencio. Contactarse con personas locales, con una vida similar pero distinta. No es necesario viajar miles de kilómetros y cambiar de idioma para encontrarse lejos.

Propondría la generación de un plan de residencias para artistas/escritores/traductores argentinos en esos lugares de nuestras provincias que, a su vez, a menudo precisan de un apoyo económico para financiar sus gastos de mantenimiento como institución histórica/turística. Lugares desperdiciados que se van desmoronando porque carecen de proyectos de ayuda financiera. Desde el punto de vista turístico, además, favorecería el descubrimiento de lugares increíbles de nuestro propio país que desconocemos.

Al mismo tiempo destacaría, en parte del programa, la inclusión de artistas con potencial pero realmente emergentes, ya que en general se favorece la obra que ya ha obtenido cierta resonancia y visibilidad.

Idealmente, también consideraría incluir Uruguay como destino. Colonia o Montevideo son ciudades vecinas perfectas –excepto en verano– para instalarse a trabajar, con un costo accesible en pasajes.

 

Foto: Alejandro Guyot.